La verdad es que sonaba bien, era una melodía con toques de swing y jazz. Animaba al menos a mover el pie arriba y abajo. La pena es que fuese efecto del Rísel y cuando terminaba todo se volvía un poco más gris.
No recuerdo con exactitud todos los detalles, supongo que también tendrá que ver con la droga. Sé que me metieron en un cuartucho en el centro, me dieron dinero suficiente para pagar seis meses de alquiler, me compraron unas cuantas camisetas de esas de algodón y me pidieron que fuera discreto. En realidad no hacía mucha falta que me pidieran algo así, siempre he sido un tipo callado, me gusta más escuchar.
También me dejaron unos cuantos discos viejos de mediados del siglo XXI, no eran mis preferidos, pero tampoco estaban mal. Y también las dos cajas, claro, sino no tendría sentido. En la pequeña estaba el Rísel y la pistola de inyección con veinte dosis. Dieciocho eran para hacer el encargo y otras dos por si acaso, o por si me apetecía pegarme un viaje. Y solo quedaba una, así que debía estar terminando.
En la caja grande estaban las herramientas. Tenía ganas de terminar, la vida en el centro resulta agotadora, escucho tantos idiomas diferentes a lo largo del día que ya no sé bien cuantos entiendo. No comprendo que nos eduquen tan bien en tantas cosas si después nos inyectamos esa mierda y se nos olvida casi todo. En fin, ahora tampoco me vale de nada quejarme.
Aquella mañana hacía mucho frío. Me gustaba más para trabajar, no hay tantos sofocos. Me puse un traje de los buenos. La caja pequeña la guardé en uno de los bolsillos interiores de la chaqueta y de la grande cogí sólo lo imprescindible y lo metí en el maletín. Preferí cruzar la ciudad andando. Todo había cambiado mucho, había cientos de personas por todas partes, los edificios se extendían tanto hacia el cielo que resultaba imposible ver el final y los monoraíles iban tan rápido que los escuchábamos varios segundos después de que pasasen.
Por primera vez en meses me sentí un poco libre. Allí, en el medio de una marea humana venida de todas las colonias conocidas, pensé por un instante en abandonar, tirar el maldito Rísel por un sumidero y dejar de ser un condenado esclavo para siempre. Pero no fue más que eso, una idea fugaz. Veintidós cargos por homicidio, eso dijeron. Para evitar que me atrapasen dispare a un depósito de Tridón y, según dijeron, me llevé por delante a veintidós de ellos. La única pena es que no fuesen veintitrés. Ni me arrepentí en su momento ni lo hago ahora. Esos cabrones se lo merecían, llegaron de las colonias con sus aires de eruditos y sus planes de recolocación. No lo acepté, ni yo ni muchos más, pero dio igual. Nos convirtieron en lo que somos ahora, unos yonquis que les hacemos el trabajo sucio. Para qué darle más vueltas.
Abrí el maletín bajo el punto nodal en el que confluían todos los monoraíles. De uno de los bolsillos extraje el arma y después activé el explosivo. Solo tenía que aguantar un par de minutos y para eso estaba el Rísel. Me lo clavé en el cuello y a volar. Sssshhhh sonaba al entrar y en pocos segundos mi mente ya no estaba allí.
La gente gritó: “una bomba, una bomba, ha puesto una bomba”. Yo bailaba y disparaba. Se acercaron varios soldados que trataron de abatirme sin éxito, el Rísel me hacía rápido, intuitivo y tremendamente eficaz. Me permitía recibir impactos sin sentir ningún dolor y me devolvía la sonrisa.
Estaba perpetrando uno más de los tantos ataques que los colonos se lanzaban contra si mismos. Yo no lo comprendía. Algunos decían que eso les permitía dar golpes de efecto, reescribir las leyes o cambiar la manera de hacer las cosas. No sé, me daba igual. Mientras provocaba una masacre en el centro de la ciudad, en mi cabeza solo veía a un encantador gato tocando el saxofón en medio de la jungla. Tan gracioso, tan hilarante, tan divertido.
Y la verdad es que sonaba bien, era una mezcla entre el swing y el jazz. Pena que solo fuese un efecto.
Arte de: ALICIA REA
Podéis ver más en: www.cargocollective.com/alicia_rea
¡Muy bueno! Me gusta todo lo que se intuye detrás, y para ser un texto corto, es muy intenso. Me encantaría saber más sobre el contexto de la historia, y me parece muy original cómo has integrado la idea con la ilustración.
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Muchas gracias Eva, es posible que algún día está historia se integre en un mundo más amplio
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