Walhala´s

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Canción

¿Sabéis que los vikingos no llevaban cascos con cuernos? Solo era una leyenda que extendieron los cristianos para demonizarlos, todo el mundo sabe que los cristianos no molan.

Por eso, los gritos estaban llenos de cristiandad. El drakkar flotaba elegantemente mientras el ruido del metal, sollozos y arterias cortadas, sonaban en la lejanía. Bjæring era el único vikingo que no combatía, hacía guardia a los mandos de la nave mientras se iba quedando dormido con una mano apoyada en la mandíbula peluda. Él no tenía la culpa: el balanceo de la embarcación, la brisa cálida de Inglaterra… no podéis reprocharle nada.

Quizá lo que sí que le podéis reprochar es que no asegurara las jarcias o el aparejo, pero eso solo le incumbe a él pues fue a él a quien le aplastó una vela entera, con madera incluida. De todas formas tampoco sintáis demasiada lástima por Bjæring, era un poco “abrupto” en su cortesía, y debéis saber que esto solo es un eufemismo para hijo de puta egoísta.

Un pestañeo y como el que se despierta de una cabezada no planeada, el vikingo se encontraba en una cola enorme de guerreros poco aseados y expresión pétrea. El que tenía justo delante, se giró por un momento y al reconocerlo  se giró completamente.

— ¿Bjæring?

— ¿Eh?

—Soy tu primo Froger.

Y recordó que su primo había ido a la batalla. Una lástima, con su mentón fuerte y sus hombros anchos había conseguido una mujer de muy buen ver. Con una lástima se refería a su propia situación, hubiera sido el momento ideal para ofrecer su hombro no tan ancho para que la dama llorara en él si no fuera por el pequeño detalle de que él también había muerto.  ¿Veis a lo que me refería con su “abrupta” cortesía?

—Y ¿Qué haces aquí? ¿Tú no estabas al cuidado del barco?

—Ehhhh…si, si pero…peroooo, una partida de cuarenta hombre lo atacó y lo defendí como pude. Solo pude matar a treinta.

— ¿Treinta? ¿Tú solo? ¡Eh! escuchad. Bjæring tiene preferencia. ¡Acabó con treinta hombres!

Al momento, la cola interminable de hombres se abrió a su paso. Con pasos tímidos fue avanzando mientras recibía palmadas en la espalda o gritos de admiración guerrera, y llegó a las puertas del Valhala.

Olvidaos de cualquiera idea romántica que tengáis de este sitio, era como un maldito centro comercial enorme y presuntuoso. El Valhala, para quien no lo sepa, era una suerte de paraíso para los vikingos y como tal, era atemporal. En este caso era una casualidad que se pareciera a algo contemporáneo, tengo noticias de que actualmente recrean la época vikinga… ¿Quién entiende el marketing?

Bjæring no se extrañó por las puertas automáticas, ni los ascensores de cristal, ni por las tiendas de nespresso. Tampoco se extrañó cuando entró a un “Walhala´s” y se pidió una doble cheese Burger, con patatas y bebida titánica que no tuvo que pagar por ser el héroe del día. Tampoco rechistó cuando le regalaron un casco cornudo de plástico con el menú.  Bjæring no era de los que se quejaban cuando las cosas le iban bien.

¿Cuál es la moraleja de este cuento? Da igual quien seas, da igual que hagas, da igual lo que quieras y dejes de querer: siempre habrá alguien con una “abrupta” cortesía por encima de ti.

 

¿Qué clase de sueño es éste, dijo Óðinn,

en el que justo antes del alba,

pensé que despejaba el Valhǫll,

para la llegada de los muertos?

Desperté a los einherjar,

ordené a las valquirias levantarse,

colocar los bancos,

y buscar los vasos

traer vino,

como para la llegada de un rey,

aquí me esperan,

los héroes que vienen del mundo,

algunos muy grandes,

por lo que mi corazón se alegra.

 

Arte de: Guille Jimeno

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