La variable Pinnochio

YUKIONNA7mb

Año 49, primer trimestre.

Teníamos que hacerlo, intentamos eliminar la variable Pinnochio para no morir a manos de los Sints. Nos equivocamos, ya lo habían previsto.

Quince años antes resolvimos nuestros problemas energéticos. En una década paliamos la mitad de los efectos de la catástrofe ambiental. El cielo seguía oscurecido y la lluvia seguía teniendo altos niveles de acidez, pero al menos ya podíamos respirar sin tener que filtrar el aire. Lo dimos por concluido y nos dedicamos a otra cosa. Creímos que teníamos una cuenta pendiente con la realidad aumentada.

Invertimos todo nuestro afán investigador en generar nuevas formas de vivir y de emocionarnos. Al principio fueron las comunicaciones, establecimos maneras impensables de transmitir datos a velocidades de sinapsis neuronal. Las computadoras inteligentes del pasado no eran más que un chiste. Ahora los aparatos incluían una Bomba NaK, un circuito de Sodio y otro de Potasio que hacía fluir el reguero de información y además lo aceleraba. Los ordenadores, los teléfonos y las pantallas pensaban con la misma rapidez que nosotros. Ahí empezó todo.

Quisimos llevar la Bomba Nak a la robótica. En pocos años nacieron los Sints, vidas sintéticas con protocolos precisos. Se empezó por otorgarles funciones peligrosas, se encargaban de la maquinaria pesada, de la extracción de Linium y de comandar exploraciones en solitario a regiones nuevas. Teníamos que haber parado ahí pero no fuimos capaces, nunca lo hemos sido.

Hideo Watanabi, el padre de la Bomba Nak, empezó a elaborar un programa en secreto: Yukionna. Con él pretendía crear una nueva generación de Sints, incluyéndolos en la vida cotidiana. Cuando terminó el trabajo se atrevió a presentarlo en sociedad. Hubo algunas voces que advirtieron de sus peligros, pero las grandes corporaciones no dudaron ni un instante de que sería un éxito. Podían crearse Sints para la cocina, para la limpieza, para el entretenimiento, para la compañía, para el sexo.

Existía un catálogo inmenso de posibilidades, se podía elegir el color de piel o de los ojos, la longitud del cabello, lo definido de los músculos, el tamaño de los pechos o la cantidad de palabras que podían decir al día. Sints al servicio de la humanidad para facilitarnos las cosas, ese era el espíritu de Yukionna.

Pero Hideo no tenía previsto lo que ocurrió. Llegó el mercado negro al mundo sintético. El Clan Sanaka consiguió modificar la composición genética de algunos. Fue un desastre. En el año 44, los Sints cometieron más de tres mil asesinatos que quedaron sin juzgar. No se podía culpar directamente a una vida sintética de sus actos, y el rastro para llegar hasta quien había ordenado el crimen era indetectable.

Preciosas mujeres de rasgos asiáticos, creadas para estimular las perversiones de tipos adinerados, se habían convertido en máquinas de matar capaces de degollar a un hombre con un tessen o de apuñalarlo con unos saibashi.

Se intentó parar la producción de Sints pero las corporaciones se negaron, dijeron que eliminarlos a todos no era una solución, era un cataclismo, había que buscar otra opción.

Watanabi propuso una solución: la variable Pinnochio. Se trataba de introducir en los Sints una pizca de humanidad, algo que los alejase de cumplir ordenes sin más y los llevase a una nueva evolución en la que razonar antes de tomar decisiones.

Para ello había que dotarlos de una memoria sensitiva y emocional, generar recuerdos y enseñanzas que les permitiesen distinguir el bien del mal. No se les daba libre albedrío pero sí que se les otorgaba la capacidad de decidir antes de cometer un acto atroz y, por tanto, ya se les podía juzgar. Además fuimos implacables, si un Sint cometía ahora cualquier mínimo desliz se le ejecutaba en la plaza pública.

En el 48 el Clan Sanaka desistió y dejó de emplear a los Sints para matar, ahora ya no tenía sentido. El mayor de sus Señores, adelantado al resto de la humanidad, decidió apartar cualquier rastro de vida sintética de su organización, decía que en poco tiempo podría ser peligroso.

A los pocos meses, la variable Pinnochio se transformó. La manera de incluir a los Sints en sociedad ya no tenía que seguir los viejos protocolos, ahora, dotados de capacidad moral, ya no era necesario advertir a nadie de que se estaban introduciendo en sus círculos. A tu lado, en el trabajo, en un local, haciendo un viaje o comiendo en un puesto en la calle, podía estar un Sint y nadie tenía porqué saberlo.

Llegó la paranoia, había maridos que acusaban a sus esposas de no ser humanas. Jefes que hacían limpiezas genéticas en sus empresas. Mujeres que desconfiaban de sus propios hijos. Así que se tomó la gran decisión: la variable Pinnochio desaparecería.

Pero no se pudo hacer, los Sints sabían qué se pretendía hacer con aquello, volver a los tiempos de la esclavitud. Limpiar, cocinar, matar y follar sin poder decir nada, sin establecer ninguna condición y sin saber si se estaba haciendo algo malo. Y por eso lo impidieron y fueron más allá.

Los presidentes de las corporaciones fueron asesinados en sus casas y sus cadáveres fueron expuestos como muestra de fuerza.

Watanabi trató de convencer a su compañera Sint, de que todo aquello era un error.

La había llamado Yukionna, en honor a su primer programa, tenía el rostro muy blanco, los labios rojos y los ojos en gris metálico. Había aprendido a disfrutar del baile y de la interpretación y, sobre todo, le gustaba maquillarse como una mujer de otra época.

-Esto no puede ser Yuki, no podéis eliminar a quien os ha creado, es antinatural – dijo Hideo casi suspirando.

-Todos los dioses duermen bajo los pies de sus creaciones – replicó ella muy fría justo antes de deslizar el tessen por el cuello del creador.

La muerte de las corporaciones y de Watanabi fue el principio. En pocos meses los Sints tomaron el control de sus propias fábricas.

Justo antes de terminar el 49, como regalo de fin de año, decretaron el exterminio de tres cuartas partes de la población humana. El resto serían destinados a las labores más duras.

Ahora solo el Clan Sanaka, escondidos en una región inhóspita, son la única esperanza de la humanidad. Estamos en manos de asesinos brutales y sin escrúpulos. Como siempre.

Arte de: MEDELLIA GRAY

Podéis ver más en: http://www.medelliagray.com/

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