Retra(C)to

SELF

 

Hoy tenemos canción gracias a David, pinchad AQUÍ

El ideario popular es una cosa fantástica. Si nombro lugares como Roma, Grecia, la ciudad de Brujas o la maldita Atlántida; siempre se formará una idea en vuestra cabeza. Sin salir a penas de nuestro país, qué digo país, de nuestra provincia…o incluso de nuestra oscurecida habitación, somos sectarios de la cultura de la idea y de la idealización.

Me gusta pensar que cada año hacen una fotocopia de cada cuadro y desechan el del año anterior, y que hacen lo propio con cada escultura fabricada con corcho, y que cada canción nueva son las de siempre bajadas un tono, o medio si el presupuesto no llega.

Quizá esto desmote esa confortable madriguera de la cultura de la idea. ¿No os maravilla cuando, cada mañana, sale el Sol? Es más… ¿no tenéis miedo de que no lo haga? Los cataclismos son tan irrespetuosos que no piden cita previa. Sé que es infructuoso pensar así, si algo necesita una persona es certeza.

Pero la incertidumbre es provechosa cuando la exprimes y dejas que la pulpa se te enrede en los premolares. La emoción de saltar al abismo que te devuelve la mirada.

Todo esto viene de las veces que paseo a la hora en la que recogen las calles. Me encanta porque tienen especial cuidado en recoger los chicles pegados a las aceras, esos que pensamos que se han mimetizado con el cemento pero que siempre vemos. Han perdido todo el color y casi que podría asegurar que el sabor, pero son clasificados por zonas para que sean capaces de volver a colocarlos en el mismo sitio.

Espero sentado en un banco viendo todo aquel tinglado de recogida apresurada, en un banco que terminan por llevarse, y luego…luego ¿qué queda cuando no queda nada? Yo siempre he pensado que solo queda el color amarillo. El amarillo siempre se ha asocia a la expresión de nuestros pensamientos, aporta la habilidad de ver y comprender… aunque también se asocia al miedo: el amarillo es el color del miedo; tampoco tendría que sorprendernos porque cuando vemos, comprendemos y pensamos, solemos tener miedo.

Pero ahí espero para ver como vuelven a recolocarlo todo unas horas después. El asfalto está tibio cuando lo vuelven a desenrollar, vierten el rocío con cuentagotas, sueltan a los pájaros y, como os he dicho antes, ponen especial mimo en recolocar cada chicle. Entonces me levanto, me espolso mi bata manchada de amarillo de hospital psiquiátrico y vuelvo a encerrar mis cavilaciones pretenciosas, porque mi retrato se retracta, porque la vida deja de tener sentido cuando se le encuentra, porque aunque  la idea se destruye, nunca veis el color amarillo. Y nombrando a Hovik, «soy un puto tarado…pero vosotros más por escucharme«.

Arte de: Easy Ramos

Puedes ver más en su Facebook, Blog y Deviantart

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