El triste trance del juglar

triste-bufon-miriam-iglesias

¿Dónde ha ido a parar mi genio creativo?

El público danza embriagado de emoción.

Pero para mi alegría no hay motivo,

pues otro juglar es quien hace la función.

En adelante solo intuyo desgracias.

Dudo que se me tenga en consideración.

Presagiado error fue acudir a estas nupcias:

desoí razones y seguí al corazón.

Se anunció mi estelar número con fausto

para dar más lustre al exitoso enlace.

Mi aparición arrancó el buscado aplauso

pero fui incapaz de soportar tal trance.

Se esperaba, como siempre, que cantase,

honrando a los amantes de voto sagrado.

El silencio atrapó cada franca frase

de mi oculta condición de enamorado.

Aprensión; era el momento culminante,

terror; ante el ardoroso abucheo y silbido,

vergüenza; la guardia subió a retirarme,

depresión; todo mi prestigio destruido.

Mi cabeza hubiesen servido en bandeja

si llego a recitar mi doliente letra

a nuestra recién desposada princesa.

Siento no haber cantado un verso siquiera.

Sacrificaría mi salud ilesa

por salvar entera mi alma juglaresca.

Sin mi destreza, ni mi arte, ni ocurrencia,

un bufón ocupa el lugar que tenía,

y aún así triunfa, tal es la injusticia,

para terminar de arruinarme este día.

Puedo llorar. Lamentar mis desventuras.

O quizá tornar mi propia peripecia

en balsámico remedio de costuras.

Destilar la belleza de esta tragedia

a través de alquímica literatura:

negar el drama y desatar la comedia.

La ilutración es de Miriam Iglesias, a quien podéis seguir en Instagram y Tumblr.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.