Encierra sus silencios angustiados
En arcas polvorientas de recuerdos
Deshoja cada instante con sus manos
Llorando los dolores venideros
A veces se lastima intentando
Alzar el vuelo con alas quebradas
Y busca su refugio junto a un árbol
Que nunca haya escuchado sus batallas
Lanza su pena pura y quebradiza
Al viento anaranjado del ocaso
Hace una fortaleza en su colina
Con zarzas de remordimiento amargo
Y juega a enamorarse de la luna
Al verla, majestuosa en la distancia
Jugar con ella no le causa dudas
Y siempre sabe dónde encontrarla
Hay quienes de suspiros de añoranza
Lloran versos, la buscan y escalan
Su monte impracticable de disculpas
Con tal de tratar de consolarla
Ella juega con besos y palabras
Que caen sobre su piel como amapolas
Pero el cielo de amanecer se aclara
Y huye, para no quedarse sola
Y antes de recogerse cada noche
Condenará al olvido a los poetas
Mañana llegarán nuevos amores
A llenar sus oídos de promesas
Quizás deje las velas encendidas
Con ellas llame a algún enamorado
Y entre música se quede dormida
Con su sonrisa pícara en los labios
Fotografía de: Jocelyn Santoyo Liahut
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