El universo que habita en mí

Nebula art print, NASA telescope. Original from NASA. Digitally enhanced by rawpixel.


Londres, 4 de diciembre de 2025

Querida Marie:

La física es algo eterno. El mundo se comporta como se espera, regido por leyes absolutas, aunque flexibles y causales. Los astros poseen un equilibrio pendiente de un caos inminente para más tarde volver a ese equilibrio. Las manzanas siempre caerán hacia el centro de gravedad, el primer fulgor que se encendió dio vida a una luz que se movió en partículas y en ondas, viajando a una velocidad presumiblemente insuperable. La física nos ignora como el que ignora algo que ni siquiera es capaz de ver, simplemente es y así seguirá siendo. El problema radica en la física cuántica, las fuerzas y comportamientos en las partículas minúsculas de la existencia, los ladrillos que conforman todo, ahí es cuando la física elude su responsabilidad y parece reírse de nuestro entendimiento. Una única partícula que es capaz de estar en dos sitios a la vez, átomos gemelos que son reflejos el uno del otro: lo que a uno le pase, el otro lo reproduce al instante. Comportamientos tímidos al ser observados…

Lo más interesante de todo es que la materia que nosotros entendemos, es escasa. El espacio existente entre los átomos es prácticamente un espacio vacío entre el núcleo y los electrones. Si quitáramos todo el espacio vacío entre los átomos de toda la humanidad, quedaríamos como un pequeño cubo de azúcar, el cual pesaría cinco mil millones de toneladas, listos para aderezar cualquier café de media tarde. El temor de sentirse diminutos siempre da paso a la felicidad y a la devoradora curiosidad. Somos vientos en un mar embravecido que no saben su origen ni saben su fin. Breves, continuos, tempestuosos…

La investigación siguió avanzando, nos sumergimos en el interior de los núcleos de los átomos hasta encontrar piones, neutrinos, muones, quarks… parecía que toda partícula indivisible podría dividirse, podría contemplarse detenidamente hasta entender cada uno de sus movimientos. Mientras unos miraban a la pequeñez otros observaban la grandeza en los cuerpos celestes, donde la física guardaba similitud. Planetas girando en torno a un centro, a la deriva y a velocidades monumentales. La relación siempre fue obvia, nunca la comprendimos, aunque fuera tan evidente, hasta que las piezas encajaron. Marie, los engranajes por fin han encajado.

Atentamente tuyo,

Albert

El Vaticano, 15 de febrero de 2026

Querida Marie:

La Santa Sede permanece en silencio, quizá la escasa población que vivía aquí esté haciendo otras labores más necesarias ahí fuera o tal vez los rastrojos que ahora envuelven los cascotes se estén alimentando de los restos de los hombres de fe. El silencio es abrumador, las imponentes construcciones cristianas siempre han despertado en mi reverencia a pesar de mi escepticismo fundado. A pesar de pasar a través de arcos destrozados, bordear bancos hinchados de humedad, púlpitos arrancados, techos que dejan ver el cielo…aún se respira la serenidad intangible de los lugares de rezo.

El viaje hasta estas tierras santas fue extraño. El vacío se ha instalado en las costas, los pueblos fantasmas se suceden uno detrás de otro, tan tupidos que auguran bosques centenarios. Las pocas personas que quedan prefieren la vida del ermitaño, la soledad del errante que decide descansar de la conglomeración y las prisas que fueron las grandes ciudades. El barco que me llevó estaba lleno de óxido y redes con muchos usos. El capitán no habló en todo el trayecto, solo sonreía ante la serenidad y la tranquilidad de un mar en calma, de un mundo en calma.

La biblioteca del Vaticano se había conservado cerrada y a oscuras. La temperatura era la óptima y los ejemplares centenarios estaban clasificados de manera concienzuda. No me costó encontrar las respuestas que buscaba. La humanidad siempre ha buscado respuestas; aquellas que se le escapaban eran material de inventiva y de ensoñación, pero el afán de encontrar una respuesta siempre perduraba. Siempre tuvimos fe en la ciencia y ésta dependía también de nuestra fe en sus máximas…aunque fueran mutables, aunque adaptáramos nuestros puntos de vista a nuevos descubrimientos. Ahora no puedo negar que la religión siempre tuvo parte de ciencia, aunque errara en la concepción…aunque la inquina y la ceguera se apoderara de sus representantes y feligreses. La fe como estamento se asentaba en unas bases esquivas y que daban pie a interpretaciones egoístas… pero ciertas.

¿No te hace preguntarte si en el fondo no nos equivocamos? El quedarnos aquí. El resto nos vio como cobardes por elegir quedarnos, pero visto desde esta perspectiva quizá fuéramos los auténticamente valientes. Los dadivosos que no quisieron agarrar aquello que no les pertenece. Ahora ya es tarde, pero me contento pensando que en el fondo no tuvimos que salir a buscar respuestas, siempre estuvieron aquí, siempre lo supimos. Quizá se deba a la aceleración constante de nuestra sociedad, ¿para qué sirve saber cómo funciona algo si no nos detenemos a contemplarlo? A valorarlo y admirarlo. También es posible que esté equivocado, necesito continuar investigando.

Atentamente tuyo,

Albert

Londres, 3 de mayo de 2026

Querida Marie:

Hoy me he sorprendido hablando contigo en murmullos, ¿te lo puedes creer? Quizá te eche más de menos de lo que me gustaría admitir. La frustración de las respuestas que se me escapan hace que necesite el abrigo de tus abrazos. Qué más da…siempre te he dicho que contigo me pongo muy decimonónico, simplemente quiero que entiendas la falta que me haces. He conseguido incrementar los aumentos y ya soy capaz de ver sin ningún tipo de problema los grandes componentes de la materia, aún se antojan uniformes y los detalles no se aprecian, pero es un gran avance.

Recuerdo el día que nos conocimos, quizá tú lo dates más tarde, pero yo te observaba con curiosidad desde la lejana seguridad. Supongo que temía que me obviaras o que me trataras con condescendía por mi humilde aspecto…pero las suposiciones siempre son falsas hasta que se demuestran. Fuiste tan dulce que solo aumentaste mi interés, había verdadero interés y ternura y complicidad. Nunca entendí por qué, pero mi mente empírica lo aceptaba y lo agradecía. Los hechos siempre se presentan como son, sin dobleces, y así fue como te presentaste tú. No negaré que me confundió tanta sinceridad y tanta…tanta pureza. Tu universo solo enriqueció al mío.

Con los años solo mejoraste, deshaciéndote de pesos innecesarios y siendo calmada dentro del pragmatismo. Siento expresarme tan fríamente, supongo que la mente de un científico no está hecha para la poesía; pero el poco lirismo que puedo tener solo te lo puedo agradecer enteramente a ti.

Nos veremos pronto, lo prometo. Noto como mis dedos rozan la demostración de mis sospechas. No quiero darte una fecha concreta para evitar las desilusiones, pero prometo que será lo antes posible.

Atentamente tuyo,

Albert

Florida, 7 de septiembre de 2026

Querida Marie:

Tengo noticias maravillosas: los piratas han vuelto. Llegar al Vaticano fue un suplicio y si no llega a ser por el humilde pescador silencioso, habría tardado más en llegar. La tarea de cruzar el charco se antojaba peor que el viaje de Ulises, pero fue cuando me topé con los filibusteros. Claramente no tienen el aspecto de las viejas historias, pero ellos mismos se catalogan como tal. También adolecen de no ser sangrientos y temerarios, pero ellos insisten en ser tratados como piratas. Los amables bucaneros me llevaron hasta Florida, acompañando la travesía con música y ron casero. La comodidad del viaje casi hace que dimita de mi objetivo, olvidándome de todo cuanto pudiera interesarme; pero la curiosidad volvió a palpitar dentro de mí, centrándome de inmediato al avistar tierra.

El cabo Cañaveral parecía una zona bélica. Aún podía notar el sofoco de las miles de personas agolpándose para conseguir una plaza, despedirse de los que ya embarcaban o morir entre el aplastamiento, inanición o deshidratados. Supongo que la humanidad al completo se abalanzó hacia la inmensidad del espacio como auténticos piratas, quizá huyendo de algo o buscando otros problemas. No puedo olvidar como las naves colonia ascendieron como pilares auspiciosos, dejando atrás a los que tildaron de cobardes y necios. Dejando atrás a sus fallecidos, sus hogares y monumentos; sus trabajos, aspiraciones y metas. Se lanzaron a la negrura soñando en algo mejor e improbable.

Nunca lamenté nuestra decisión de quedarnos, no de conformarnos sino de permanecer. La humanidad siempre ha permanecido y no fue el miedo lo que nos detuvo, fue la falta de él. Nos enfrentaríamos a cualquier cosa que aconteciera, sin importar lo difícil que fuera o la complejidad que tuviera. Permanecimos.

La incredulidad me llenó cuando tuve los resultados, quise ver con mis propios ojos la necedad de los prófugos, montados en lanzas fulgurantes apuntando a la oscuridad. No sé cómo reaccionar ante la demostración y confirmación de la locura…las pruebas con células vivas me dieron la paz que necesitaba para volver a casa. Volveré hecho un filibustero, con olor a sal y miles de historias que contar. Ya vuelvo a tus brazos.

Atentamente tuyo,

Albert

Londres, 17 de noviembre de 2026

Querida Marie:

Ya he vuelto a casa, cariño. Espero que la espera no haya sido tan larga como se me ha hecho a mí. Te he echado de menos cada día, pero ahora vuelvo con certeza y creo que es lo que más me asusta.

Los aumentos visuales en las partículas fundamentales me llevaron a poder contemplar los detalles más nimios y aburridos de la materia inerte. Los grandes resultados llegaron cuando contemplé las partículas fundamentales dentro de los organismos vivos. Empecé a vislumbrar intencionalidad en su comportamiento, de manera vaga y general podía deducir sus…sentimientos en conjunto. Incluso comencé a diferenciar diferentes personalidades en los diferentes tipos de células cuando comencé a estudiar las células humanas.  Y entonces lo vi: sistemas. Podía ver una pequeña estrella sobre la que giraban planetas. La mayoría de los planetas eran yermos, pero en algunos había florecido vida tímidamente y en otros se sobreponían a la adversidad. Pude sentir el frío de los planetas helados y las ardientes estrellas, girando en el infinito vacío del átomo.

Cada uno de nosotros somos un universo en sí mismo, de la manera más literal posible. Si lo extrapolamos, nadie nos niega que nosotros no formemos parte también de un organismo vivo. Quizá Dios no oye nuestros rezos al igual que nosotros no escuchamos el de nuestras células. Quizá no nos desee ningún mal, pero eso no le impide destrozarse el cuerpo como nosotros. Quizá nos hayamos rebelado contra él como lo hace un cáncer. Quizá no hayamos abandonado nuestro planeta sino simplemente hayamos metastatizado. Quizá no hayas muerto, simplemente has caído bajo el yugo de los desalentados, que te culpaban de no escucharlos, de quererme más a mí que a ellos. Quizá…

La enorme paz que acontece tras verlo todo encajar. El enorme vacío que se abre, como un abismo, después de descubrir la intencionalidad detrás de todo. Espero que el resto de personas, flotando en el inmenso vacío, lleguen a puertos más amables. Nosotros…. nosotros simplemente permaneceremos.

Atentamente tuyo,

Albert

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