Secreto de Estado


La ilustración es de Gala Valdés

Puedes ver más cosas en su web o Instagram


(Esta es una transcipción de la transmisión Nº 2.341, intervenida por motivos de seguridad y ahora desclasificada en el mes de julio del año 2020)

No sé cuánto tiempo tengo. Posiblemente hayan intervenido esta línea y den conmigo más pronto que tarde, pero esta información debe salir a la luz.

No sé quién está detrás de este silencio forzado. Puede que sean los terraplanistas o los… los… ¿globoterristas? De lo que estoy seguro es que hay alienígenas en esta historia… o puede que sean illuminatis. Vengo con pruebas fehacientes que apoyan mis sospechas. ¿Listos? Todo es mentira.

Espera, me han localizado, están tocando a la puerta. Por favor, que no sean ellos…

Vale, era un paquetito de Amazon. Continúo.

Iba por el “todo es mentira”. La verdad que, ahora leyéndolo se queda un poco vago. Desarrollo:

En el siglo XVI, el naturista, explorador y aventurero Don Arturo Jimeno de Castilla y Palermo importó a Europa una extraña planta conocida como “Solanum tuberosum”. Era un vegetal domado en el altiplano andino. Don Arturo solo la trajo por sus pequeñas flores, de pétalos violáceos degradando al blanco y un estigma alargado y de un amarillo potente. Lo que no sabía Don Arturo es que la raíz de esta planta lo cambiaría todo.

Si amigos, fuimos tan animales de alimentarnos de las raíces de esta planta. Además de todas las maneras posibles: asadas, estofadas, fritas y seguro que crudas. Su sabor y textura las hizo tan populares que, a día de hoy, están extendidas en todos los hogares. Y aquí viene lo más importante de todo y donde necesito que me escuchéis atentamente: dejad de hacerlo.

Sé que ahora estaréis pensando que estoy loco, que la raíz del “Solanum tuberosum” es deliciosa e incluso adictiva. Lo que no sabéis es que estáis destruyendo hogares. Si, tal cual lo escucháis, estáis desplazando a una especie entera a otros vegetales solo para que podáis tener alimento: qué egoístas.

¿Cómo que no teníais ni idea? ¡Claro! ¡Ahora me tomáis por tonto! ¿No sabéis nada de los Solanu? Mis sospechas se confirman y la culpa de todo la tiene ese invento vil y cruel llamado frigorífico.

Los Solanu fueron la primera civilización terrestre. Su arquitectura tenía una complejidad que solo se podría equiparar a su cultura. Su idioma se fue perdiendo al no tener que usarlo y la ciencia descubierta fue tal que pudieron cambiar su biología. Llegaron a tal punto de desarrollo que decidieron destruir todo lo que habían creado solo para poder vivir en comunión con la naturaleza. Encogieron su cuerpo con largas sesiones de escalofríos y mucho zumo de piña e inventaron un nuevo tipo de vivienda natural y autoreplicable llamada “Tuberosum” también conocidas como “Protuberancia”. 

Estas viviendas eran capaces de escuchar a sus habitantes, de construir habitaciones nuevas por si misma e incluso de reparar desperfectos. Enterradas para sobrevivir a cualquier tipo de catástrofe, conseguían la energía de la propia fotosíntesis de la flor. El “Tuberosum” era una vivienda completa, en sentido más amplio de la palabra. Los Solanu ya no nacían, se cultivaban. Y vamos nosotros y comenzamos a comernos sus incubadoras-hogares. Muy bonito.

Y tengo seguro que las altas esferas saben esto, de ahí que se inventaran los frigoríficos. Todo el mundo sabe que no necesitamos mantener en frío nada de nada. Los alimentos llevan conservantes para que puedan aguantar durante meses. Los frigoríficos, agarros, son solo única y exclusivamente para replicar el clima de los altiplanos andinos. ¿Cómo os quedáis? Nuestros frigoríficos son terrarios para los Solanu. Lo más gracioso de todo es que ni siquiera guardamos los “Solanum tubercosum” en el frigorífico. Solo les dejamos un montón de vegetales apelotonados en un cajón para que puedan malvivir. Vegetales que tienen que habitar como el que habita un cascarón vacío.

Os adjunto una fotografía de una tribu de Solanu libres en la naturaleza. Fuimos incapaces de conseguirles sus hogares originales porque os los estáis comiendo. Mi socia Gala y yo mismo nos ocupamos de todos los cuidados posibles de esta especie en extinción, en una situación remota (y que no pienso revelar) por y para su seguridad. La gente se ríe cuando nos ve con sombreros de plata, pero nos hemos comprometido a velar por el bienestar de los Solanu.




Si queréis donar dinero para esta justa causa, os dejo la cuenta… ¿otra vez el timbre?



(Fin de la comunicación)

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.