Estudio antropológico de domingo- escribe Kali en su cuaderno azul celeste con bolígrafos de purpurina al más puro estilo Bowie. Tiene ocho años y viste un gorro ocre de explorador, lleva unas gafas rojas que podría utilizar de prismáticos, la miopía no perdona ni a la más pequeña de la familia. Siempre quiso ser ninja pero ha decidido que el color negro es demasiado aburrido para llevarlo de lunes a viernes, así que se ha autoproclamado antropóloga, “una total amante de conversar sobre el ser humano”, al menos este domingo, siendo marciana es lo mínimo que podía hacer. Según sus últimas investigaciones Kali es de otro planeta, sus padres se lo confirmaron la semana pasada pero ya había más de un indicio que había hecho florecer sospechas notorias en su persona. La semana pasada mamá y papá la sentaron en su regazo y le confesaron que es adoptada. Con esto Kali tuvo suficiente para tirar del hilo y lograr que todo cobrara sentido. De repente todo encajaba como en un puzle donde solo tienes hechas las esquinas, sabes que vas por buen camino pero no sabes donde te llevará. Mamá todo este tiempo ha estado ocultando sus antenas en dos adorables coletas de lo más corrientes y toda esa pantomima de la intolerancia al gluten era la excusa perfecta de Papá a fin de poder preparar la comida apta para su complejo sistema intestinal extraterrestre. A cualquier otro niño esta noticia le habría hecho polvo, hubiese traumatizado su sistema nervioso sideral aún en pleno desarrollo, no obstante Kali está entusiasmada con su origen celeste y es tal su energía que ha empezado un cuaderno hoy mismo, con el objetivo de relatar las conductas propias de este ser al que le debe tanto y de quien quiere aprender. Ahora entiende porque nunca ha podido hacer amigos de verdad. Mientras ella se imagina surcando peligrosos mares, venciendo a osados dragones, buceando en busca de tesoros perdidos, sus compañeros de clase solo piensan en jugar a pelota y pegarse puñetazos. Todo esto la enfadaba hace unos meses, pero sabiendo de donde procede su imaginación, ahora la conmueve. Es domingo y Kali ya está lista para proceder a la fase uno de su investigación. Tumbada en el suelo, en contacto con la alfombra áspera que los abuelos trajeron de Egipto, escondida entre el sofá y la mesita de madera, empieza a apuntar lo siguiente:
-Fase 1: Progenitores humanos acogedores
Es Domingo,( me encuentro oculta entre el mobiliario de los habitáculos de mis progenitores), esta especie ha decidido dividir en días su temporalidad entrópica, y el séptimo día, domingo, es cuando de verdad disfrutan. Tras estar los seis días restantes quejándose de la pesadez de su existencia, los progenitores se permiten el capricho de gozar de sus respectivas vidas y compartir tiempo conmigo. He descubierto que aquí los organismos humanoides funcionan a base de una especie de carburante sin el cual la mayoría de dichos humanos no pueden arrancar, ellos lo denominan “café”, infiero que serán las siglas de CARBURANTE ANCESTRAL FORÁNEO EUFÓRICO, son más listos de lo que parecen, sin duda. He realizado un experimento empírico conmigo misma, poniendo en riesgo mi propia existencia con el fin de obtener datos fiables que nos permitan saber con quien nos enfrentamos y he probado el combustible. Al principio no he notado más que un gusto amargo en mi sistema deglutorio, pero de repente mis tres corazones han empezado a palpitar a la velocidad de la luz, y me he puesto a saltar, a dibujar, a correr, a bailar y a hacer cosas sin parar. Con lo que no contaba es que ese café me volviera una total dependiente, así que yo me quedo aquí, aborto la misión y no es por el amor que se profesan entre ellos, no es porque esté muy a gusto, es por esta dichosa pócima secreta me ha hecho esclava. Me despido. O.V.N.I o lo que es lo mismo: OYENTE VELETA re-NIEGA de su INVESTIGACIÓN.
Atentamente Kali.
Kali, cierra el cuaderno con decisión, ya son las nueve de la noche y mamá la llama para que baje a cenar, mañana es Lunes y cree que ser exploradora significa tener que correr muchos riesgos, así que mañana será artista, vivirá en Montmartre y beberá zumo de uva mientras pinta a sus más fieles modelos, sus gatos.
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