Allende el mar

Mar de adentro 2014 santi jimenez

Este mar es monstruoso. No creo que el pensamiento de encontrarme atrapada en un laberinto me llegase a resultar tan angustioso como la sensación que me provoca estar inmersa en este mar de horizonte borroso.

Donde no existen paredes que devuelvan al menos el eco de tu garganta herida. Donde cualquier dirección a la que dirigirse conduce siempre al mismo punto de partida. Un desierto de infinitas dimensiones de las cuales ninguna alberga la felicidad prometida.

Donde nunca se vislumbra tierra a la que aferrarse. Donde intuyes que nadie jamás va a encontrarte. Solo queda asumir que nada más hay allende el mar. Que la existencia es baldía, y la permanente ausencia la única noticia.

El ruido del viento, siempre en contra, y las embestidas del oleaje no conceden tregua. Luchar por mantenerse a flote en en esta desesperante marea es agotador, terrible. La certeza de pasar los días perdiendo la misma batalla una y otra vez, insoportable.

La idea de abandonar comienza a tomar forma. Renunciar. Es lo único que surge cuando el futuro no te devuelve la mirada. Dejarse vencer por el peso de este sufrimiento que empuja más y más cada vez. Permitirle que me arrastre a las profundidades de este océano macabro y turbio, donde solo hay silencio y quietud. Bajar hasta donde ni el tormento ni la angustia podrán llegar nunca.

¿Por qué no quedarse allí para siempre? El único lugar a salvo de la tempestuosa superficie.

Si tan solo hubiese alguien que fuese consciente de esta deriva. Alguien que me oyese, que me leyese, aún sin entenderme, aún reprochándome todo. Simplemente alguien que recibiese el mensaje.

Alguien, algo, que me permitiese pensar más allá de este mar que devora espíritus y borra almas. Pensar en algo que no fuese la oscura profundidad del abismo bajo el agua. Ni las vías del tren. Ni las pastillas para dormir. Ni el abrazo de la soga al cuello. Ni el filo de la navaja. Ni la cornisa del sexto piso. Ni el peso implacable del revólver.

Ojalá una perspectiva nueva al alcance de la mano.

 

La ilustración es obra de Santi Jiménez, a quien podéis seguir en su página web, Facebook, Twitter, o Pinterest.

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